El amigo de mala suerte
— ¡Corre Uckuck! Que Pyernrajzark te va a ver—musitó Bubb.
Los cuatro desiguales amigos estaban jugando
a las escondidas.
¾… siete, ocho, nueve, diez… ¡Listos o no, aquí voy!—
Pyernrajzark termino de contar y salió en búsqueda de sus amigos.
Cerca de ellos se encontraba la Nada, pero ellos no lo sabían. Vúschvusul sentía
una terrible necesidad de tirarse sobre
el muro de árboles que no les dejaba ver más allá de cuatro metros. Sin saberlo,
se sentía atraído por la Nada.
— ¡Encontrado!— gritó Pyernrajzark cundo vio a Vúschvusul.
— ¡Huyhuy! — gimió el silfo nocturno— seguramente espiaste,
amigo.
A Bubb se le escapo una risita y al comerrocas
se le facilito encontrarlo.
— ¡También te he encontrado!
Vúschvusul empezó a sentir, más potentemente,
la necesidad de ir hacia el muro de árboles. Y, sin pensarlo, comenzó a caminar
hacia ella. Uckuck se dio cuenta de esto y salió de su escondite para
preguntarle qué estaba haciendo.
— ¡Te encontré! ¡Qué fácil ha sido esta partida! ¡Juguemos
de nuevo!
— ¡Espera! Que no ves que Vúschvusul está yendo hacia esos árboles
como si lo llamara la Na…
— ¡Alto, Vúschvusul, estas yendo hacia la Nada!!— gritó
Bubb.
Pyernrajzark se puso delante de Vúschvusul, y
Bubb y Uckuck tiraban de él. Después de un rato de estar tirando lograron
apartarlo y se fueron a un lugar en el que no estaba la Nada, o al menos, eso
creían ellos.
Como ya era tarde, decidieron que era hora de
comer y luego,de irse a dormir.
A la mañana siguiente se despertaron con un
ruido extraño. Era como de un pájaro,
pero al abrir los ojos no vieron más que a una persona con piel con manchitas
violetas y con el pelo corto por los hombros, tambien de color violeta. Era,
evidentemente, un sinforma. Esas criaturas eran de las “sin mundo” y vagaban
por la tierra de fantasía y el mundo de los humanos y cambiaban de forma cuando
querian.
— Hola— dijo el sinforma.
— Hola— respondieron los amigos al unísono.
— ¿Quién eres?— pregunto Bubb.
— Soy Archieldo, el sinforma.
Archieldo era un sinforma y los sinforma
daban mucha mala suerte. Y sin saberlo, en ese tiempo, mala suerte, era
sinónimo de la Nada
—No tengo con quién quedarme. Mi pueblo fue devorado
por la Nada y no tengo a dónde ir, ¿puedo quedarme con ustedes?
—Sí, claro, como quieras— respondió Uckuck.
Al paso de los días, se hicieron amigos de
Archieldo. Una noche, después de comer, se fueron todos a dormir. Había algo
que nadie sabía: Pyernrajzark algunas
veces era sonámbulo. Y la Nada estaba cerca.
Esa
noche Pyernrajzark tuvo una pesadilla, soño que iba hacia la nada. Pero ese
sueño no era del todo soñado, realmente él estaba yendo a la nada.
A la
mañana siguiente todos se preocuparon por no encontrar al comerrocas y entonces
Archieldo se confesó:
— Chicos: tengo que decirles la verdad: yo, mejor dicho,
los de mi especie, traemos mala suerte, y con mala suerte me refiero a la Nada.
Todos se quedaron pasmados, no lo podían
creer, cómo no se los había avisado.
— No se los avisé porque si sabían lo malo que podía llegar
a ser estar con los que son como yo, quizás no habrían aceptado quedarse conmigo, y no me
gusta estar solo.
— Está bien amigo, pero tendrías que habernos avisado— dijo
Uckuck sollozando.
Todo ese día los tres amigos y el sinforma se
pasaron lamentando el hecho de no haber podido despedido de su amigo el comerrocas.
Esa misma noche, cuando todos ya se habían dormido,
el sinforma, tratando de no hacer ruido, se fue directo a la Nada, como castigo
por no haberse avisado a sus nuevos amigos acerca de su problema. Dejo que ella
se lo tragara. Y así fue como se extinguió la raza de los sinforma.
FIN